Este fin de semana experimenté una sensación de felicidad (como dice mi Bro, la es el estado natural del hombre). Cosas pequeñas las que me ponen tan inmensamente contenta.
Crucé la cordillera junto con mis compañeros de natación. Fueron tres días muy buenos, estoy feliz por haber conocido a estas personas maravillosas.
Alargué el viaje un día más y aproveché de ir a comer a El Azafrán, un restaurante y tienda de vinos donde eliges la etiqueta que te llevarás a la mesa a precios de comercio. El dueño de este boliche tiene además un bar en Villanueva que se llama El Palenque (estaba tan lleno que no pudimos entrar), el restaurante Cuba 131 (situado dentro de una bodega de vinos) y otro más cuyo nombre no recuerdo.
Me quedé con ritmo mendocino, con ganas de más vacaciones y con un sabroso gustito a dulce de leche.