"Buscaba mi yo cantando lo que se convierte en oro, pero no se nota tanto, se disfraza de sencillo" "Sol de oro", Taller Dejao A veces los carretes salen mucho mejor de lo que uno espera cuando no tienes expectativas. Hoy domingo era cumpleaños de mi hermana mayor (si la misma que parece mi hermana menor y no se parece nada a mí), así que decidimos juntarnos a tomar algunos tragos con las primas y mi cuñao. Cuando mi hermana me llamó pa contarme que luego de los tragos nos íbamos pal Clandestino me alegré, asunto que dejó muy preocupada a la Patty, conciente de que mis gustos musicales no pueden ser más opuestos a los de ella.
La cosa es que había un cumpleaños de una amiga de mi cuñao y mi hermana quería bailar, pero no sospechaba que en el Clandestino no tocaban "dale con el látigo" ni "la gasolina", hasta que me comentó la idea.
Gran sorpresa me llevé cuando en la puerta del Clandestino me entero que toca Taller Dejao, una de mis bandas favoritas del circuito local, liderada por Daniel Riveros (único responsable del apasionante proyecto paralelo Gepe), baterista, vocalista, compositor aventajado, mi ídolo total y absoluto del rock 'n roll nacional (sin menospreciar a
Perrosky). En resumen, nunca pensé que sería tan feliz en un carrete organizado y propuesto por mi hermana.
Partieron con "Sol de oro", la primera canción de su excepcional disco debut "El brillo que tiene es lo humano que le queda" y mi track favorito (junto con "No quiero querer a nadie"). Así de emocionada como estaba, terminé saltando como loca "Caminito", tema con el que cerraron una corta e impecable presentación, junto a la masa que los sigue a todas partes.
Nada que decir. Quedé tan happy que me puse a bailar como pirinola. Chemical Brothers, Pulp, Primal Scream con su versión de "Some velvet morning" y hasta Rafaela Carrá (que me recuerda al "Festival de la una") avivaron la cueca en la pista. Luego de eso, el inevitable bloque ochentero me dio sueño, mis primas conversaban con unos guachones simpáticos y mi hermana tenía cara de apestada, no había bailado y no le gusta el tipo de carrete con música Blondie, así que partimos a matar el apetito en el Big Pan de Santa Filomena con Ernesto Pinto Lagarrigue (el de las empanadas fritas) y se acabó la noche temprano, con el agradable gustillo que me dejó Taller en la boca.