Es temprano para el rock & roll. Ni siquiera empezaron las noticias y a los rockeros independientes les dio por ponerse serios para hablar de la supervivencia del underground.
La cosa terminó con debates ñoños sobre las empresas y absurdas posturas sobre la industria de la música. Pura paja molida: a estas alturas, mientras más lejos estés del mainstream, mejor. Así es el nuevo escenario del rock chileno.
El periodista -y adicto a los recitales- David Ponce, Aldo Benincasa (fotógrafo de rock e integrante de The Ganjas), la actriz Blanca Lewin, José Mori (Capsula Discos) y Goly de Tsunamis estaban ahí. Pasadas las nueve y media algunos se paseaban con cara de ¿cuándo empieza Perrosky? Otros, muy interesados en esta insólita cumbre independiente sólo esperaban con cara de intelectuales en uno de los salones de la remodelada Sociedad del Derecho de Autor de Bellavista.
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Salió humo blanco. Después de un brindis los hermanos Gómez comenzaron a tocar. Un niño de 6 años se robó la primera fila, siguiendo al compás la batería de Álvaro. Adorable fanático. Unas escotadas chicas gritaban ¡Grande, Perrosky! (y les juro que esa no fui yo), otros chiflaban, aplaudían o meneaban la cabezas sentados en el piso.
“Este es el nuevo baño de
La cosa llegaba al final, cuando debieron ceder ante los chiflidos aplausos y chiflidos. ¡OTRA! Remataron con “Desaire”. Irónico, ¿no? Esto sí que es rock and roll.