Dam, dam, dam, daradam... dam, dam, daradam... Qué reggaeton, sound y bailanta. Nada se compara al insesante, armonioso y mágico sonido de la gotera. Casi una institución de la música. Simple, rítmica, hipnótica y misteriosa la gotera llegó de visita a mi comedor para quedarse. Es que parece que le gusta cuando me pongo cocinera. Y como dice la Mala: "Soy la cocinera de tus mejores platos, deja que te empape con lo que yo me empapo". Y claro, terminé bastante húmeda... Por las gotas de lluvia (no se equivoque) que tuve que contener con una clásica palanganita, además de sacar a relucir los trapos sucios que nunca faltan en el hogar.
Ahora a buscar al mentado maestro, que son más escasos que Yoda y luego de arreglar el problemita alcanzan el mismo aire mitológico. Exijo a mi maestro ahora! (Recibo sugerencias) Por mientras me acuartelaré en casita porque hay que reparar el caparazón para poder salir bien parados de este invierno.
Recuerdo cuando dije que este invierno/ sería menos frío que el anterior/ y aquí estoy, congelándome (The real Jorge González)